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El campo de actuación de Tomás Camarero Arribas se inscribe en el Desarrollo de conceptos de marca y de comunicación, Investigación de consumidor, Análisis de tendencias y Marketing sostenible.

El objetivo es desarrollar la innovación conceptual para la solución de problemas y aprovechamiento de oportunidades de las marcas.


miércoles, 6 de mayo de 2009

El greenwashing del Madrid olímpico

El Marketing tradicional, el que se ha hecho hasta ahora, vacía de su verdad a los sentidos y significaciones de las marcas y los convierte en puras proclamas publicitarias. El marketing de la era sostenible, el que se hace a partir de ahora, tiene que solucionar, de alguna forma, esta erosión de los sentidos del viejo Marketing.

Un ejemplo ilustrativo. En el nuevo Marketing crear una imagen de tradición y artesanía de un producto como la fabada (podría ser otro producto cualquiera) a través de un código de abuelas e imágenes de pueblo será un sinsentido. Este tipo de clichés culturales y de connotaciones altamente convencionalizas perderán su poder de convencimiento, su capacidad de “hacer creer” y dejarán de ser, por tanto, creíbles, y su capacidad de seducción será mínima. No es extraño que las declinaciones de ese código de abuelas y pueblos para comunicar tradición y artesanía hayan evolucionado hacia la ironía, el humor, el sarcasmo o el surrealismo (como es el caso de una notoria marca de fabada asturiana en sus campañas publicitarias). Este caso evidencia de la crisis del Marketing actual y del enorme camino que tiene que recorrer todavía el nuevo Marketing de la era sostenible para encontrar nuevas estrategias de credibilidad.

En el caso del Madrid olímpico, vemos la utilización de un tema de la era de la sostenibilidad, lo ecológico, pero trabajado desde la perspectiva del Marketing tradicional. En este momento de la visita del comité olímpico para seleccionar la ciudad de las Olimpiadas del 2016, se ve muy claramente que el mensaje del respeto medioambiental o ecológico funciona más como una simple justificación de venta que un verdadero argumento de venta. Se quiere hacer ver que el Madrid olímpico es un Madrid ecológico. Se utiliza el respeto medioambiental de la ciudad como razón de la idoneidad de la capital madrileña como sede olímpica. La estrategia es clásica: coger la parte por el todo. Utilizar una sinécdoque. Es más, se cogen las partes más anecdóticas. Un diario de máxima audiencia hablaba del logo olímpico ubicado en el parque de Valdebebas (una gigantesca mano abierta) pintado “con pinturas ecológicas”. El asunto no es que se hayan utilizado “pinturas ecológicas”, sino que en Madrid no se utilizan apenas las pinturas ecológicas. La anécdota se vuelve generalización. Es así cómo el Marketing tradicional construía una verdad. Porque, la verdad, es que Madrid tiene poco de ecológico o sostenible salvo ciertos fuegos de artificio en las instalaciones olímpicas. La contaminación acústica, la contaminación ambiental, la tiranía del coche en sus calles hablan muy poco de lo ecológico como factor de mayor calidad de vida del individuo madrileño. Este es el gran argumento de lo ecológico: aumenta nuestra calidad de vida.

Dicho todo esto, el deseo profundo y verdadero para que Madrid sea la gran ciudad olímpica del 2016.

(publicado en www.diarioresponsable.com)

La revolución de la energía

Los cambios pueden ser tan profundos que no vamos a creérnoslos. La era de la sostenibilidad va a traer una radical transformación de la categoría energética hasta el punto de que nos va a ser difícil saber quiénes están jugando realmente en ese mercado.
Dos factores hay que tener en cuenta de un cambio copernicano; diversificación y autosuficiencia.
En el terreno de de la diversificación, el negocio de la energía ya no estará cerrado a cuatro palabras clave: petróleo, gas, carbón, nuclear. Estamos acostumbrados a un manojo de compañías que han dominado el mercado. Sus nombres están en la mente de todos. Conforme las energías renovables irán adquiriendo protagonismo en la producción de energía, nuevas compañías de diferentes flancos tendrán un rol que cumplir. Empresas del sector agrícola entrarán en el negocio de la energía produciendo biofueles y biocombustibles de diversa generación. La energía solar está atrayendo a importantes empresas químicas (BASF, Du Pont, 3M) que se están concentrando en el desarrollo de células solares. Las compañías electrónicas como Fujitsu, Sanyo, Siemens están también en este sector haciendo células solares, componentes para turbinas de viento, etc. Lo mismo podemos decir de las compañías que están en las tecnologías de la información. Conforme nuestras casas, oficinas, empresas se vuelven más inteligentes y la energía se controla por flujos de información y caminamos hacia una sociedad domotizada se requieren conmutadores, routers, microprocesadores, redes de computadoras… A todo este conjunto heteróclito de empresas, hay que sumar pequeñas empresas y start ups que están generando innovación de este vasto mundo de la generación de energía a partir de cualquier cosa (algas, enzimas, residuos…)
El otro factor al que hemos hecho referencia, la autosuficiencia, no es menos importante en su potencialidad para transformar radicalmente el mercado de la energía. Tal como en la Web 2.0, donde el usuario es consumidor y productor al mismo tiempo, el consumidor de energía va a ser simultáneamente productor de energía. Los edificios inteligentes capaces de generar más energía de la que producen, los paneles solares en las viviendas de acuerdo a la nueva normativa de la construcción, la capacidad de las nuevas energías para convertirse en recursos propios y particulares… van a suponer toda una revolución de la categoría. Como señalaba Joel Makower, llegará un momento en que la pregunta que nos hagamos sea “Who´s not in the energy business?”

(Publicado en www.diarioresponsable.com)