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El campo de actuación de Tomás Camarero Arribas se inscribe en el Desarrollo de conceptos de marca y de comunicación, Investigación de consumidor, Análisis de tendencias y Marketing sostenible.

El objetivo es desarrollar la innovación conceptual para la solución de problemas y aprovechamiento de oportunidades de las marcas.


domingo, 20 de noviembre de 2011

Bin Laden, Coca Cola, Google, Danone y la “era de la transparencia”

Nada se queda quieto y es interesante observar cómo van evolucionando los conceptos y las ideas que sirven para interpretar la realidad. Estamos en un momento donde empieza a surgir una nueva idea. Hemos estado viviendo con un concepto como era el de la “sociedad de la información” y empiezan ya a declinarse nuevas y frescas ideas.

Una de ellas es la de la “economía de la transparencia”. En gran parte relacionado con la sostenibilidad empresarial, el concepto se desarrolla en un reciente reportaje de la prestigiosa Harvard Business Review (“Liderazgo en la era de la transparencia”) y luego retomado por otros informes como La “Economía transparente: Seis tendencias para la recuperación global” de GRI y Volans y publicado en español por la Fundación Entorno.

Según esta visión, las empresas deben controlar e informar sobre sus actividades más allá de los informes financieros y asumir esas “externalidades” sociales y medioambientales que generan sus impactos de actividad.

Así mismo, la sociedad está pasando de la era de la información a la era de la conversación gracias a las plataformas colaborativas de la web 2.0 que ha supuesto el efecto de “empowerment” del consumidor (la toma de control por el consumidor)

Ojalá triunfe esta nueva era de la transparencia. Venimos de una etapa que tuvo como fase final el crash financiero, debido, en gran parte, a lo contrario de la transparencia: la opacidad y el secreto sobre información relevante y decisoria sobre cuestiones financieras.

Pero hay siempre inercias muy importantes contra el cambio. Resulta muy significativo el hecho de que dos grandes marcas tótem de la actualidad basan precisamente su éxito en cómo gestionan una información valiosa que guardan como secreto. Estas marcas son Coca Cola, con el secreto mejor guardado del mundo, la fórmula del archiconocido refresco y, por otro lado, Google con su algoritmo para aparecer posicionado en su buscador. Ambas marcas construyen la relación con sus consumidores desde la no información. Por usar un concepto tremendamente actual en la empresa de hoy: no podemos averiguar la trazabilidad de los productos de estas marcas si no sabemos de qué están hechos.

Una segunda dimensión de freno al cambio hacia una era más transparente constituye lo que se ha venido en llamar los “mecanismos de la desinformación cotidiana”. Max Ote, uno de los primeros en adelantar el crash financiero, desarrolla esta idea en su interesantísimo libro El crash de la información. El colapso de los mercados financieros, debido a la venta masiva de títulos cuyo riesgo fue sistemáticamente ocultado, se debió en gran parte a la propagación de virus de la desinformación.

El autor pone énfasis en el mercado de la alimentación, donde las marcas, con sus engaños y medias verdades desorientan al consumidor con datos confusos e incomprensibles sobre el peso, la calidad y el precio de los productos. Y pone el ejemplo del Actimel de Danone en Alemania, “un yogur natural azucarado barato en un producto especialmente saludable”. Se habla de su efecto benéfico sobre la flora intestinal y el sistema inmunológico (todos los yogures lo tienen) cuesta cuatro veces más que un producto normal y tiene entre un diez y un doce por ciento más de azúcar.

El reciente caso de la muerte de Bin Laden (¿o asesinato?) revela cómo la era de la transparencia se convierte fácilmente en la era de la confusión. Precisamente, el diario El País, sacaba un largo artículo que titulaba “Las dobles verdades de una ejecución” (08.05.20111) que hablaba de cómo se ha comunicado la muerte de Bin Laden y las informaciones contradictorias que se han ido dando: si iba armado o no iba armado, si utilizó a una mujer como escudo o su mujer intentó protegerle, si hubo intensos y variados tiroteos o solamente un único tiroteo, si fue liquidado o no delante de sus hijos, las dudas si se muestran fotos, si la mansión era un complejo superlujoso…

En realidad se trata de la construcción de un gigantesco relato que va a ayudar a construir el mito del “winner” tan querido por la cultura americana. Por fin hemos ganado, hemos cumplido la venganza aunque se haya hecho esperar. El relato se construye despertando la imaginación de la gente a través de una serie de dudas que aumentan aún más la confusión; la duda más importante: si se va a dar a conocer el vídeo. Lo cierto es que está grabado: en vivo y en directo (lo testifica el mismo Obama con su presencia y su semblante preocupado en la Situation Room)). El día que lo veamos será la mejor película del siglo merecedora de no sé cuántos óscar y de sesudos ensayos de interpretación de la sociedad multimediática.

La construcción de relatos, siguiendo este nuevo modelo de espectacularización de información, su dosificación, el uso de los desmentidos, la estrategia del último dato a revelar, pone en serio peligro el avance de una verdadera economía de la transparencia.

(Publicado en I&M, Investigación y Marketing, revista de Aedemo nº 112, septiembre 2011)

Estamos perdiendo el tiempo

Hay países donde se gana al tiempo y países donde se pierde el tiempo. Tengo la impresión que nos ha tocado vivir en un país del segundo tipo. Sin caer en el tremendismo y el fatalismo, hay señales evidentes, reales y palpables de que seguimos los movimientos del cangrejo.

La noticia de que Alemania va a necesitar mano de obra cualificada y, posiblemente, eche mano del mercado laboral español, donde hay un elevadísimo nivel de desempleo, nos hace retroceder a la época de los años 50/60 cuando nuestros padres, tíos o abuelos cogían la maleta de madera para irse a trabajar a Alemania.

La diferencia es que, en aquella época, se trataba de mano de obra poco cualificada y lo que ahora demanda la locomotora europea es mano de obra cualificada. Hemos cambiado la maleta de madera por la de diseño Sansonite o Fun&Basics. Algo más grave todavía, ya que se trata de una masa crítica de gente con cualificaciones superiores y que un país no debería permitirse perder. Ocurre, de forma similar, con los médicos y enfermeras españoles tan demandados en el mercado británico.

Hay más signos de que la realidad española sufre un deprimente “coitus interruptus”. Todo el mundo se acuerda y echa de menos aquella ayuda de 400 euros otorgadas a las familias españolas y que nos colocaba a un nivel cercano al del resto de países europeos más avanzados en términos de redistribución, protección, bienestar y justicia social. Lo que yo llamo “calidad social”. Como todos sabemos, esa ayuda ha desaparecido por causa de la crisis. La crisis es la gran justificación de todo.

Os acordáis seguramente que se nos decía por todas partes que éramos líderes en energías alternativas. Un mercado donde existen grandes oportunidades de creación de empleo y de modernización y cambio de la economía. Primero se nos habló de que ¡se temía una nueva burbuja de las energías alternativas! y se ha acabado quitando ayudas e incentivos a estas energías. Gigantesco y desesperante error. Lo pagaremos carísimo.

Tenemos muy presente el boom inmobiliario que nos ha llevado a enladrillar toda la costa española y a hacer otros tipos de esperpentos parecidos. No hemos aprovechado esta “oportunidad” para convertirnos en grandes expertos en construcción sostenible, bioclimática o “inteligente” que nos colocara a la vanguardia de lo que va a ser la arquitectura del futuro de las eficiencias energéticas y de respeto medioambiental. Solamente nos ha interesado la pasta rápida y fresca. Lamentable.

Pero el colmo de todo esto os lo voy a contar inmediatamente. Queríamos tener una BBC y para ello se decidió quitar la publicidad de la televisión estatal. Por fin teníamos el placer (y el derecho) de poder ver una película sin cortes ni interrupciones y sin quedarnos hasta las tantas de la noche. Pues bien, parece ser que la Asociación de Anunciantes está dialogando con el Gobierno para quizá hacer posible que ¡vuelva la publicidad a la tele estatal! Esto es de una hilaridad desternillante.

Así no podemos seguir. La propia Administración no cumple en muchas ocasiones su compromiso de respeto medioambiental, ni siquiera cumple con un reciclaje cuidadoso, separando los diferentes materiales en los diferentes contenedores. No da ejemplo. Pero eso sí, luego nos da clases de cómo hacerlo.

No podemos crear una sociedad dinámica si cuando los emprendedores y las personas con iniciativa en la creación de negocios pasan antes por una carrera de obstáculos para conseguir financiación. En la Comunidad de Madrid deben pasar un cursillo de formación y se tarda bastante en soltar la gallina (el dinero, vamos).

No tengo respuesta para esta pregunta; ¿cómo vamos a canalizar la energía e ilusión que queda en nosotros? No se trata tampoco de encontrar la solución en una mera alternativa política, vista la bochornosa mediocridad de toda nuestra clase política…

(Publicado en I&M. Investigación y Marketing, revista de Aedemo, nº 111, junio 2011)