La sorpresiva noticia del cierre de Megaupload tras una cinematográfica acción del FBI, incluida toda su jerga de conspiración, nos trae a nuestra “short list” de la actualidad dos temas de gran calado en la sociedad actual.
Por un lado, tenemos en toda su expresión, y de nuevo, las “nuevas guerras” de las sociedades postindustriales. En estas mismas páginas he comentado la emergencia de las “guerras climáticas”. Otra declinación de las nuevas confrontaciones son las guerras cibernéticas, de las cuales el caso Megaupload es una de sus últimas expresiones y que reflejan, como toda guerra, un intento de dominación a través de la agresión. Un antiguo poder, representado por el gobierno americano, frente a un nuevo poder que son los recursos “populares” de internet existentes a nuestra disposición.
Estas nuevas guerras cibernéticas están ahí, como es el caso de la censura que el gobierno chino está realizando sobre Google. Algo todavía más significativo proviniendo de la nueva potencia mundial que trae el nuevo modelo de capitalismo del futuro (Aconsejo una rápida lectura de uno de los últimos números de la revista The Economist: The rise of state of capitalism –the emerging world´s new model-) y que muestra hasta qué punto el modelo capitalista tiene una capacidad de adaptación y transformación sorprendentes, adquiriendo caras inusitadas. Nos queda todavía mucho que aprender de los chinos.
Por otro lado, y esto es el verdadero tema que nos ocupa en estas páginas, esta nueva batalla de guerra cibernética es la punta del iceberg de un fenómeno tremendamente actual: La cultura free. Tenemos ya un antecedente en la exitosa cultura del low cost que con tanto éxito hemos abrazado y que hoy se ha diseminado en todos los ámbitos y categorías del mercado de consumo.
El fenómeno y la polémica que le acompaña no es banal ya que toca un pilar fundamental del sistema que es el concepto de propiedad y su valor de mercancía: ¿me puedo descargar gratuitamente algo que ha sido hecho por un artista profesional, por tanto, es suyo, y que vive de ello? Ya sea como oficio o profesión, esta gente fabrica “artefactos culturales”; constituyen verdaderos productos de consumo y, por tanto, entran en un proceso de intercambio comercial con un derecho a “ser pagados”.
Pero este fenómeno de la cultura free no solamente es apreciable en el mundo de las descargas de las guerras cibernéticas. Muy recientemente una de las declaraciones de Ana Botella, la alcaldesa de Madrid, ha recibido la atención de los medios de comunicación. Comentaba la posibilidad que los ciudadanos trabajasen como voluntarios en bibliotecas. Al mismo tiempo, los medios hacían referencia a un municipio de Madrid que promulgaba que los ciudadanos impartiesen cursos gratuitos a otros ciudadanos.
A lo mejor en sus ratos libres la alcaldesa ha leído a los “think tanks” ingleses que han promulgado la idea de sociedad civil y del emprendimento social. Y es cierto que estas iniciativas pueden ser una forma en que los ciudadanos construyen sociedad y participan dentro de esa sociedad civil. Es la realidad “wikipédica”. Recordemos que, por ejemplo, en el mundo de la empresa ha adquirido cierto protagonismo el voluntariado corporativo donde los empleados participan en un proyecto social o medioambiental.
Todavía no sé si es evolución o involución sociales. Junto al desarrollo de las tecnologías de información de bajo coste (Google, Youtube, Wikipedia…) que la han propiciado, es importante señalar que la cultura free se expande y desarrolla en un sistema económico en crisis como el actual donde surge una nueva clase social que son los “a-salariados”. Es decir los que no cobran por su trabajo. Tras los “mileuristas”, los “a-salariados”.
No me queda más remedio sugerir que esta cultura free es otro síntoma más de sociedades del decrecimiento en la doble perspectiva que lo estamos mirando: como iniciativa de una sociedad civil y de emprendimiento social, y como degradación y sangrante erosión del concepto de salario que se está sufriendo actualmente. Siguiendo esta evolución, llegará un momento que todos trabajaremos gratis para alguien. Estaremos, entonces, en la disolución del trabajo como valor de cambio. Parece que hay muchas revoluciones a punto de llegar. Llegado ese caso, me gustaría estar en el lado de ese “alguien” para los que vamos a trabajar sin cobrar. Vamos, un chollo.
(Publicado en I&M, Aedemo Investigación y Marketing, nº 114, marzo 2012)
No hay comentarios:
Publicar un comentario