Una de las grandes expresiones de esta gran
cosa que se ha venido en llamar globalización es, sin duda, el fenómeno de la
deslocalización de la economía. Todas las
empresas han buscado ahorros de coste salarial y se han largado antes o
después a países en desarrollo.
Allí
han colocado sus factorías para disponer de mano de obra barata y, de
esta manera, conseguir ser competitivos en precio. Esta ha sido la gran
tendencia que se ha impuesto y es una de
las razones del desmantelamiento industrial y el aumento del paro en las
sociedades avanzadas como la española.
El paro se convertirá en un problema crónico
porque, además de este fenómeno de la deslocalización, se unen otros fenómenos
como la tecnologización y la automatización del entramado industrial.
Sin embargo,
podemos vislumbrar apuntes de un modelo diferente. Un movimiento de
péndulo que responde a otras fuerzas diferentes. Una nueva tendencia a la relocalización. Un “reseteamiento” (en terminología de Richard
Florida) del modelo tras el crash que estamos viviendo en este momento.
Hemos visto
recientemente en las pantallas televisivas un anuncio de McDonalds donde
da a conocer algunas de sus iniciativas dentro de su estrategia de
sostenibilidad. Una de ellas es la afirmación que su carne para las
hamburguesas proviene de granjas
situadas en el propio país.
Por otro lado, Pepsico va a cubrir sus
necesidades de cacahuetes a través de su proyecto Euronuts Pepsi. Hasta ahora cubría estas necesidades con cacahuetes procedentes de fuera del continente
europeo. Con este nuevo proyecto producirá, envasará y
comercializará cacahuetes para toda Europa a partir desde sus nuevas
plantaciones en España y Portugal.
Estas
dos marcas tan icónicas no son pioneras en este tipo de planteamientos.
Heinz lleva tiempo teniendo su producción de tomates en territorio español. La
razón fundamental es el control que pueden llevar a cabo sobre la materia prima
que usan para su marca.
Es innegable que todas estas iniciativas
citadas comparten la misma razón de ser:
el control de la materia prima que contienen sus marcas. El caso del hallazgo
de carne de caballo en hamburguesas de vacuno en Europa es un ejemplo
paradigmático de la perversión de la globalización y de la deslocalización.
La complejidad en establecer la trazabilidad de estas hamburguesas e identificar
los numerosos eslabones de la
cadena de intermediarios es enorme. Recojo textualmente lo que dice www.vidasana.org sobre la cadena de intermediarios
de estas ya famosas hamburguesas. La cita no tiene desperdicio:
” La sociedad gala Comigel es una de las
intermediarias de carne que distribuye sus platos congelados para Findus y
otras marcas en 16 países de Europa. Comigel adquiere la carne a otra empresa
francesa, Spanghero, que a su vez compra la carne en Rumania. Según el ministro
francés de Consumo, Benoît Hamon, Spanghero “compró la carne congelada a un
comerciante chipriota, que subcontrató el pedido con un comerciante en Holanda,
que a su vez había adquirido la carne en un matadero y un taller de corte en
Rumania”. Según otras fuentes, la carne de caballo rumana había sido negociada
por comerciantes en Chipre y Holanda antes de ser adquirida por una empresa del
sur de Francia y elaborada por otra en Luxemburgo”
En definitiva, estamos viendo que este proceso de
relocalización se está contagiando en orden a conseguir un mayor control y más fácil trazabilidad. De
cualquier modo, estamos ante una de las fuerzas más potentes e innovadoras para
el “reseteamiento” del modelo imperante. Se trata de la Sostenibilidad. En este
caso, declinada a través del fenómeno de
lo local. La Sostenibilidad y sus
numerosas formas de desarrollo aparecen como la solución. Es lo que ocurrirá en
otros casos y ámbitos. El futuro nos lo irá diciendo.
(Publicado en I&M Investigación y Marketing, nº 118, marzo 2013)